20200603



50 AÑOS DEL “BOSCO”


Desde mi Kiosco. V II. Una visión alcazareña en la mitad del siglo XX








Sin duda alguna, cincuenta años puede decirse que es toda una vida. Y ese es el tiempo que nos separa del momento en que se tomó la fotografía que hoy difundimos; en ella un grupo de jóvenes alumnos de la recién inaugurada Escuela de Maestría Industrial están frente a sus tornos, en los que esperaban aprender un oficio de futuro. El centro fue evolucionando, y hoy es el IES Juan Bosco, donde cientos de alumnos cursan sus estudios.

Hace un par de años se celebró el cincuentenario del Instituto Miguel de Cervantes. El 10 de mayo de 1968 se convirtió en tal, por acuerdo del Consejo de Ministros. Desde octubre de 1965 en el edificio conocido como “Instituto” se impartían clases de bachillerato elemental. Era una sección delegada del Instituto “Bernardo Valbuena” de Valdepeñas. Así funcionó hasta que en mayo de 1968 el Consejo de Ministros le dio entidad de Instituto de Bachillerato, aun sin nombre. El nombre vino poco después, con la inauguración del curso de 1969-1970.

Y como a veces no hay dos sin tres, también se ha celebrado el cincuentenario de otro centro educativo alcazareño. En marzo de aquel año se inauguraron dos pabellones, uno para niños y otro para niñas, con 18 aulas, en el antiguo solar de la cárcel. Hoy no existen los pabellones del C.P. Jesús Ruiz que fueron sustituidos hace relativamente poco por unas modernas instalaciones educativas que dan más juego que aquellos edificios de ladrillo amarillo y ventanucos pequeños junto a los techos de las aulas. Siempre dieron una impresión de hacinamiento y disciplina.

Junto al crecimiento de centros educativos que alegraban la vida local, se vivió la sensación de fracaso del proyecto del polígono. El ministro Arrese había anunciado hacía una década que Alcázar era un dique para detener la emigración de la Mancha a Madrid. Ese era el fundamento para dotar a la población de posibilidades de empleo, centros de enseñanza, lugares de recreo. En fin, comodidades para la familia, de manera que las oportunidades de la gran ciudad las tuviera el posible emigrante en Alcázar. La infraestructura fundamental del proyecto era el polígono Alces, que si bien estaba construido, al haberse implantado en otras poblaciones no produjo el efecto de despegue económico esperado. 

Las industrias locales hicieron el esfuerzo de ser punta de lanza y comenzaron a trasladarse al polígono. La primera fue la “Fábrica de Guantes López”, la segunda la comercial Agrovin. En marzo del 68 la fábrica de guantes con 60 o 70 obreros, en su mayoría mujeres, abría sus instalaciones en el polígono. Una industria que daba mucho trabajo a domicilio y procesaba otra parte en la factoría. Propiedad de Antonio López López exportaba buena parte de su producción a América y Europa.

En alimentación INTOMA, (Industrial tocinera manchega) con sus gorrinos sonrientes, se encandilaba a grandes y chicos con el slogan de moda: “Siempre que embutidos coma, exija la marca Intoma”. El pueblo caminaba hacia el modelo de ciudad industrial y de servicios, Precon, Macosa, la Montijana, Carrazoni y otros talleres. Los ciclomotores Torrot desde Casa Moreno, (sin carnet ni impuestos) llenaron las calles, caminos y campos de labrantío con sus aguaderas cargadas con el hato, el azadón y las podaderas. Talleres Barco, Calvo, Autoagrícola, Clemente Bonardell Álvarez de Lara, al frente de los vehículos Renault, Silesio
Copado de los Citroen…

Los jóvenes de 1968 en Alcázar tenían importantes inquietudes y expectativas, el crecimiento de los centros educativos y las oportunidades de empleo eran sus prioridades. Por eso fue fundamental la inauguración de la Escuela de Maestría. El éxodo rural y la emigración a Europa eran claves para el mantenimiento de una paz social que daba las primeras muestras de una modesta sociedad de consumo (motorización, construcción masiva de viviendas). Se planifican en 1968 las 100 primeras viviendas de la cooperativa Jordana de Pozas. 

El ascenso social se veía como una posibilidad al alcance de muchos por la generalización del acceso al sistema educativo. Algunos jóvenes tenían como objetivo ser voluntarios en el servicio militar en ferrocarriles, con la esperanza, la mayoría de las veces conseguida, de entrar a trabajar a continuación en RENFE. Otra buena parte se interesaba en un modelo similar en MACOSA y otros se enrolaban como voluntarios en el servicio militar, prestando al menos tres años y pretendiendo aprender allí un oficio.
Pero aunque estas formas de integración a la vida activa eran muy admiradas, no eran las únicas; muchos se incorporan como aprendices a las pequeñas industrias y talleres locales. De botones a la banca, o de “chico” a los comercios. Solo muy pocos tenían la expectativa de continuar estudios y la vía fundamental para estos, que en muchas ocasiones alternaban con el trabajo, fueron las universidades laborales: Sevilla, Vigo… 

Indudablemente unos pocos se incorporaban a la universidad, casi en exclusiva a la Complutense madrileña, con el consiguiente desplazamiento a la capital. En el caso de las jóvenes, que compartían inquietudes con ellos, la vía principal fue la del trabajo a domicilio de grandes empresas, principalmente de confección y de manipulación. Algunas empresas locales contribuyeron a ello como las de los guantes, los frutos secos, material de papelería…. en septiembre todos cortaron la uva y en general aquella juventud se fue apartando de las tareas agrícolas hacia otras urbanitas.

Pero llegado el fin de semana el objetivo común de chicos y chicas era divertirse como correspondía a los españoles de los años sesenta: deporte, música, discoteca… Fue un momento de intensidad de la vida juvenil y muchos alcazareños se lanzaron al mundo de la música, abandonando la música popular de tunas y rondallas por las guitarras eléctricas y el nuevo estilo. El mayor exponente local de 1968 fue el “conjunto” Lunik V, que ganaron un festival nacional de música joven, que entones se celebraba con mucho prestigio en Quintanar de la Orden.

La intensa vida social juvenil atraía a jóvenes de la comarca, y a la vista de ello se abrieron también locales de ocio. Se cerraba 1968 como tradicionalmente se hace en Alcázar con la celebración del Carnaval y aquel año llegó, como regalo, la apertura de la sala de juventud “Boys Club”. Aquel acontecimiento trajo mucha polémica entre la misma juventud, por no referir la que se produjo con otros grupos de edad. Ir al “Boys” era prueba de perversidad y los jóvenes se debatían entre la curiosidad y el “pecado”. Incluso algunos grupos sociales prohibían a sus descendientes pasar por la calle en la que se abrió la discoteca.

La vida deportiva se centraba en el ciclismo con el paso de la XXIII vuelta a España que se disputó al final de abril y hasta el 12 de mayo. Alcázar fue la meta de la novena etapa. Pero tampoco quedaba ajena a la ebullición social de aquellas fechas; en la etapa XV, Vitoria-Pamplona, acabó por suspenderse: había estallado una bomba en la carretera destrozando el firme. Una acción de ETA buscando la visibilidad internacional. En septiembre se celebró la XXV vuelta Ciclista a Alcázar, dos ediciones más antiguas
que la nacional.

Algunos jóvenes en Madrid comenzaron a militar en células comunistas, organizadas en la cercanía personal. No había reuniones, solo paseos con un contacto que poco a poco informaba al nuevo día a día. La subsistencia del PCE era clandestina. Los pocos resistentes hacían discípulos de uno en uno. A veces se comía en casa del contacto, juntos: la familia y los discípulos. Siempre en el número de comensales capaces de sentarse a la mesa de un piso familiar. En las conversaciones no se entendían las noticias que llegaban de París. ¿Por qué las acciones de aquel jovencísimo Dany el Rojo, y unos cientos de universitarios, tenían más repercusión que las de la izquierda clásica francesa como PCF? y aun menos, las de la primavera de Praga poniéndose en tela de juicio la intervención soviética.

Algunos aventureros mayores de 18 o 20 años, fueron capaces de viajar a París, con un itinerario vertiginoso. Primero a San Sebastián y desde allí en un tren de vía estrecha que transportaba trabajadores, se cruzaba la frontera. No había controles. Luego era otro tren a París y un teléfono memorizado que al llamar te enviaba a un local público. Allí se esperaba casi un día a un contacto que te trasladaba a la estación de Lyon, para subir a otro nuevo tren camino de un pueblecito cercano. Al llegar, un español de los viejos republicanos asentados en Francia te solía ir a buscar. Entonces venía lo difícil. ellos querían saber todo lo que había en España, eran cien preguntas por minuto y esto estimuló a muchos para volver con mejores respuestas. El viaje de vuelta era un hervidero de cabeza: “sed realistas, pedir lo imposible”, “la imaginación al poder”, “están comprando tu felicidad, róbala”…

El titular que en el ABC del 16 de mayo de 1968 tiene el artículo de Matilde Pomes dice “Españoles en París”. Relata la visita de un grupo de alcazareños a París el 23 de abril a la biblioteca de España. Se trataba de conmemorar la muerte de Cervantes con un recital de música del siglo XVI y XVII, organizado por Domingo Parra. Se presentaba a la cantante Mary Monreal muy elogiada por la periodista, acompañada de tres guitarristas y la pareja de baile de Recesvisto Casero con Loli Ruiz. Todo ello con un marcado deje provinciano, mucha buena voluntad, la entrega de la encantadora Josita Hernán, y sin publicidad. Resultó una convocatoria quijotesca, temeraria y enternecedora, que sorprendió agradablemente a los espectadores dice la periodista.
Esperando que no fuera la única vez que visitasen París, agradeciendo el regalo de pequeños yelmos de Mambrino y el satisfactorio espectáculo que dirige don Domingo Parra. Aquel día recibió el sobrenombre de Maese Nicolás: el barbero del Quijote.

El sindicalismo de clase, en el Alcázar clandestino, tenía personas de CNT y UGT y por la nueva central CCOO. Históricos militantes prestaban libros, guardados años con celo, a los jóvenes y ávidos lectores. Junto a estos grupúsculos de jóvenes sin definición, se reunían pandillas de amigos donde junto a la música, las inquietudes sociales eran el tema predominante. Incluso organizaciones socio religiosas, no solo recibían, sino que se esforzaban por incorporar y formar jóvenes en valores humanos.Por ellas pasaron muchos de los que han sido activos progresistas, teniendo responsabilidades de todo tipo en la España constitucional.

No podemos datar con veracidad el funcionamiento de ningún grupo formal en Alcázar, solo pequeños grupos de amigos, incluso de profesiones y ámbitos distintos, se reunían en la mayor discreción, en las quinterías del término municipal. Nunca eran más de seis personas, que ya era tumulto. Siempre encima de la mesa comida y bebida en abundancia y un número corriente de El Arriba. En la puerta con un “zalandro” de pan en la mano, vigilaba uno de los chicos jugando al balón; su función era vigilar quien venía por caminos y “peazos”, para avisar a los de dentro. La conversación giraba alrededor del recuerdo personal y familiar, de
las vidas en la república, de los sucesos de la guerra y la posguerra. En contadas ocasiones, se comentaba algún suceso de Madrid, alguna medida del Consejo de Ministros o del proceder de las F.O.P. Una vez un alcazareño aventurero que vivía regularmente fuera, vino con una octavilla en la cartera; en realidad no la traía en la cartera, la trajo en una cartera interior de tela que había cosido su mujer en los calzoncillos. Después de leerla, su portador la quemó en la lumbre y hasta que no quedó consumido no se movió nadie del corro. En el pueblo, el sitio de reunión era la tasca “la Campera”. Mientras que en París los estudiantes se rebelaban en mayo del 68, en España, una dictadura franquista, aún fuerte, hacía frente a la independencia de la colonia africana de Guinea Ecuatorial a instancias de la ONU.


En el XIII Festival de la Canción de Eurovisión de 1968, España iba a enviar como representante a Serrat para que cantara el tema "La, la, la", pero TVE le retiró del certamen, ya que pretendía cantar en catalán. TVE decidió enviar a Massiel ganando el concurso. Por otra parte está la curiosa historia de Amparo Rodrigo, que trabajaba en una fábrica de pasamanería y se convirtió en Miss España. Se presentó a Miss Mundo en noviembre de 1968, pero se retiró del concurso debido a las declaraciones en contra de España de la representante de Gibraltar. Tras su renuncia, enviaría una nota, escrita de puño y letra, a los medios de
comunicación explicando los motivos: "Siento mucho la declaración que hizo Sandra Sanguineti, Miss Gibraltar, en la que dijo que el hecho de que Miss España participara en el concurso de Miss Mundo suponía que España admitía el Peñón como territorio británico. Yo vine a este concurso de belleza con el solo espíritu de "fair play". La declaración de Miss Sanguineti es completamente política y por eso no tengo otra alternativa que retirarme".

En España no se pasó de huelgas y manifestaciones reprimidas, que los grupos de izquierda procuraron conectar con las movilizaciones universitarias que se estaban produciendo, y que en algunos casos mantenían algún tipo de contacto internacional con jóvenes españoles presentes en París, Checoslovaquia…Los actos que alcanzaron mayor impacto, fueron los planteados conciertos de Raimon en mayo en la Universidad Complutense de Madrid, que ya venía siendo muy activa desde unos años antes, en los que por el apoyo a las movilizaciones estudiantiles fueron expulsados de sus cátedras Tierno, García Calvo, Aranguren.... Otros actos fueron encierros sin repercusión o los saltos para cortar el tráfico, disueltos inmediatamente por la policía. La difusión de lo que pasaba en el extranjero conllevó al cierre de cuatro meses del vespertino “Madrid”, ya bajo la dirección de Antonio Fontán que luego fue padre de la Constitución, activo ministro, etc. sin perder nunca su relación con el Opus Dei.

La entrada de la Policía en la Sorbona el 3 de mayo de 1968 para desalojar a unos 300 estudiantes, reunidos para protestar contra el cierre de otra universidad, la de Nanterre (afueras de París), fue la chispa que prendió el movimiento que, desde hace 50 años, pone en jaque el sistema social predominante. Cuando hoy se mira a 1968, se mira hacia un fenómeno internacional con epicentro en el mayo de Paris, pero que repercute en diversas escalas en casi todas las partes del mundo. Podríamos decir que fue un coletazo final de la II Guerra Mundial, la guerra fría y la autodeterminación de las colonias…. se sintió especialmente en Praga, Mexico. La protesta contra la guerra de Vietnam fue un símbolo, para EEUU, y tuvo réplicas inmediatas en la Italia del 69, y la gran Bretaña de los primeros 70. Incluso se interpreta su influencia sobre los grupos armados como el Ejército Rojo alemán de Meinhof y Baader, las Brigadas Rojas italianas, el nuevo IRA, la ETA, o movimientos armados latinoamericanos. Incluso podríamos alargar su influencia hasta el 15 M madrileño. Sus signos pasaron por la presencia estudiantil, muchas veces, como punta de lanza, con métodos asamblearios y de participación ciudadana. La ocupación de universidades, fábricas o calles. Sus reivindicaciones, que se iniciaban por problemas concretos, terminaban haciéndose genéricas, demandando la solidaridad y conexión con otros grupos, y con tintes autogestionarias. Acciones que conectaban con planteamientos de los pensadores de referencia de aquel momento: Althusser, Sartre, S. Beauvoir, Marcuse, Adorno, Heidegger, Fromm, Paulo Freire… Che Guevara mártir del 67, que se convirtió en un símbolo del mayo. Se considera al movimiento del 68, y sus formas de entender el mundo, como punto de partida del aislamiento social y el cambio de costumbres, el cambio de costumbres sexuales, y relaciones interpersonales, la liberación de la mujer, la alteración de la autoridad, la generalización de las drogas, el menosprecio de la ética del trabajo…

La crisis de formas de vida y pensamiento estaba en las preocupaciones de muchos. La Iglesia Católica trataba de actualizar su relación con los fieles en el Concilio Vaticano II con cambios en los ritos litúrgicos, los curas obreros, la teología de la liberación… 

El protagonismo del mayo pertenece a grupos pacifistas, feministas, homosexuales, ecologistas, culturales y artísticos. No hay razón para dudar de la honestidad con la que Daniel Cohn-Bendit, “Dany el Rojo”, con 23 años defendía en aquel Paris del 68 el socialismo libertario, se crecía por el vigor de la insurgencia del movimiento estudiantil y obrero francés. Atacaba a las instituciones que se desestabilizaban bajo la dura movilización popular. De aquellos mimbres quedan lemas como “La imaginación al poder”, “Prohibido prohibir”, “Seamos realistas, pidamos lo imposible”...


                                                                                                             Texto: José Fernando Sánchez Ruiz
Foto: Archivo Municipal

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