Marcelo. ¡Te están engañando¡.
I
Marcelo. ¡Te están engañando¡.
Las balas de los fascistas, matan a los hombres y a los niños, por mas que nos
agachapemos en las trincheras las balas pueden acabar con nuestras vidas, ten
cuidado Marcelo, le decía Nicolás a su amigo.
Nicolás y
Marcelo se habían alistado como voluntarios, falseando su edad en el batallón
Mancha Roja, para luchar a favor de la república en el frente de Madrid, apenas
cumplían la mayoría de edad cuando los morteros silbaban cercanos a sus cabezas
y las granadas mutilaban a sus camaradas.
No se habían
vuelto a encontrar desde el cerco de Madrid. En Villarrubia los acontecimientos
pasaron muy deprisa y nadie se dio por aludido, en realidad ellos habían
evitado todo contacto para salvar el pellejo. Nicolás gracias a un pariente
cura se coloco de portero en una finca del Paseo de la Castellana en Madrid y
Marcelo se hizo cargo de las fincas rusticas familiares de Villarrubia para ir
viviendo en el periodo del franquismo.
Nicolás y
Marcelo vivieron mas de 40 años sin volver a verse, en realidad se olvidaron el
uno del otro y apenas se reconocían en la memoria en sus años de juventud.
Ambos formaron sus respectivas familias procurando ser personas de orden pero
nunca olvidaron su militancia anarcosindicalista de la primera juventud.
Bien entrados
los años ochenta cuando las guitarras eléctricas, definitivamente, habían
ocupado el sitio de las orquestas de pulso y púa y melenudos y minifalderas
eran algo común en las fiestas de los pueblos, Nicolás y Marcelo volvieron a
encontrarse uno al lado del otro en el mostrador de un bar de verbena popular.
Marcelo te
están engañando repico el otro extremo de la barra.
Marcelo
levanto la cabeza porque le sonaba la frase y vio a un hombre septuagenario que
enrojecida la faz le miraba fijamente, de momento no reconoció a su compañero,
pero iluminada la memoria por una sombra del pasado le puso pelo al personaje,
le quito peso y color rojizo oscuro de la cara, se le dibujo por un momento el
aspecto de su compañero Nicolás. Entonces Marcelo grito.
¡Nicolás eres
tu¡.
Y ambos
hombres se acercaron para darse un abrazo fraternal oyendo ensimismados en la
lejanía del pasado canciones republicanas y el ruido infernal de las
trincheras. Nicolás y Marcelo dos milicianos vivos de los pocos que quedaban en
toda la zona se habían vuelto a encontrar, sus miradas se cruzaron en el vació del
tiempo, sus manos temblorosas por el paso del tiempo y el trabajo se
aletargaron en el sonido de un tema de los Beatles y sus brazos se extendieron
en un abrazo inconmensurable de fraternidad.
La
conversación surgió de ambos como si la ultima ráfaga de la ametralladora
fascista hubiera silbado en aquel instante, tantas cosas había que contarse,
preguntarse por las amistades comunes por la familia y por uno mismo.
Nicolás
comenzó a contar su vida, se había casado con una chica de Lavapies y tuvo la
suerte de entrar de portero en una comunidad del madrileñismo Paseo de la
Castellana, la vida no le había dado descendencia y su mujer un poco
tuberculosa desde la posguerra, había muerte en el año 1962, cuando España empezaba a despegar en
aquello del desarrollo económico y el turismo. Por respeto no volvió a contraer
matrimonio y venia dedicando los últimos años de su vida a conocer los locales
de alterne de su barrio. Era un hombre alto y culto acostumbrado a leer desde
joven por sus vinculaciones anarcosindicalistas, había recorrido toda la
geografía nacional y ahora jubilado de su empleo quería recalzar en el pueblo
para vivir tranquilamente en la casa de la familia, sin mas pretensión que
vivir la vida al estilo mas antiguo, entre jarretes y viudas.
Nicolás era un hombre transparente acostumbrado a la
vida moderna, conducía su vehículo Seat 600 por las carreteras españolas, para
desplazarse de Madrid a su pueblo y de este a la capital en busca de bailes y
fiestas de “carrozas” con la esperanza de encontrar alguna mujer viuda o
extranjera que quisiera terminar junto a él, el resto de sus días. Contaba a
Marcelo, con ensimismamiento, que conocía muy bien el ambiente de las grandes
ciudades y especialmente el madrileño, los
bailes de la calle de Atocha que llamaban Consulado, los de Santo
Domingo para parejas y las discotecas de mayores de Leganitos y otras del mismo
tipo.
Había visto
como los locales de alterne paseaban por distintas calles y barrios madrileños
naciendo los inmejorables locales de la calle Orense, Doctor Fleming y
Chamartin.
Cansado de
todo este ambiente volvía a su pueblo en la esperanza de encontrar en la vida
mas tradicional y recatada, la horma de su zapato. Algo que le resultara
doméstico y conciliador de la vida que había arrastrado desde la muerte de su
esposa, de tugurio en tugurio y de lupanar en lupanar.
Para Marcelo
que volvió de la guerra a su pueblo y
fue protegido, por dos terratenientes,
por ser hijo de un buen gañan. La vida de Nicolás era una fantasía
inalcanzable, algo irrealizable para él que se había dedicado a aparear cerdos
y cultivar la vid, con todos los esfuerzos y fatigas inimaginables. Marcelo
cuido y exploto en propiedad 20 fanegas de viña en Villarrubia tratando unos
años de vender vino y otros, especialmente los mas recientes de vender la uva.
Su mujer María había muerto muy joven en el parto de su hijo en 1951, y desde entonces no se
le conoció mas mujer, que sus idas y venidas al Canal de Tomelloso. Donde tenia
la costumbre de acudir una vez al mes.
Marcelo aun en
su edad septuagenaria era todo un caballero, se alegro especialmente del
encuentro con su compañero y pasaron la noche hablando de la juventud del
pasado, de la evolución de España, de los pantanos, del precio de las uvas, de
la emigración a Europa, de infinidad de temas. Y de mujeres.
Marcelo
acababa de cumplir los 75 años y en el horizonte de la vida estaba la
celebración de los JJOO de Barcelona y la Exposición de Sevilla. Le explicaba a
Nicolás que para él, el deporte no tenia nada de interés, que en su vida había
hecho mucho deporte con las yuntas, el azadón, las espuertas, la soga del pozo
y otras especialidades. Contaba esto con cierta sorna y repasando las
especialidades en las que había triunfado. Miro al camarero y pidió un par de
jarretes.
Que ricos les
tuvieron a los dos aquellos jarretes.
Pero aquello
de la Exposición de Sevilla donde estarían representantes de todo el mundo,
sojuzgaba su curiosidad. Faltaban aun tres años largos y el estaba deseoso de
poder ir a visitar el acontecimiento. Siempre le gusto viajar y lo había hecho
poco. El miedo a lo desconocido y el respeto a la economía familiar no se lo
permitían. Pero ahora, le insistía a Nicolás, es una ocasión de oro para desde
Sevilla que esta bien cerca poder visitar todo el mundo.
Largo le fiaba
la aventura a Nicolás, que acostumbrado a la vida de ciudad tenia una impronta
de inmediatez. Pero le resultaba seductora la idea de vivir un mes largo en
Sevilla con la Exposición Internacional de panorama.
--Tienes casa
en el pueblo, pregunto de pronto Marcelo.
--Si, si tengo
una casa en la que estoy apañando unas
habitaciones de la calle para vivir en ellas, solo necesito la cocina, una sala
y la alcoba. El resto de la casa que es muy grande, no se si alquilarla como
pensión o cerrarla que será lo mas acertado. Porque para vivir, el buey solo
bien se lame.
--Mientras la
apañas, te puedes venir a pasar conmigo unos días al campo, yo paso temporadas
en el pueblo y temporadas en la huerta y ahora es una época espléndida.
--Me gusta esa
idea, Marcelo, es muy interesante y acepto tu invitación. Cuando nos vamos.
--Pasado
mañana, que pueda preparar un poco de hato y resolver unos asuntos en la
gestoría.
--Oye Marcelo
si no puedes ahora otra vez será, lo digo por los papeles, que las gestorías y
las notarias, ¡Madre mía, madre mía¡
--No, no me
corre prisa alguna, jejejeje, es que el gestor es amigo mío y le dicho que me
busque una agencia seria de novias. En fin que quedamos pasado mañana para
desayunar en la plaza y nos vamos, una semana al campo.
Tu no prepares nada, que nos
vamos en el remolque con la Trepadora, la pobre esta mas vieja, y yo llevare de
todo en el hato.
--Quita
hombre, nos vamos en mi coche que he venido en el desde Madrid y aunque va
siendo de mayor como la Trepadora, es mas rápido y eficaz.
--Bueno tu
tráete el coche si quieres y lo guardamos en un cobertizo, pero yo me llevo a
la Trepadora y el carro.
Camarero otros
dos jarretes.
La noche fue
disipándose y emocionados en el recuerdo y las nuevas palabras, Nicolás y
Marcelo, abandonaron el sitio y se fueron lánguidamente cada uno a su casa.
Nicolás estaba
pendiente de aquella frase y de cómo le brillaban los ojos a Marcelo al
pronunciarla, hasta le desaparecieron algunas arrugas de la cara. ...........le
he dicho que me busque una agencia seria de novias.
II
Marcelo salió
temprano de su casa como la hacia siempre para cruzarse con las beatas a la
salida de la iglesia.
--Buenos días
Marcelo le dedicaba como una campanilla su vecina Servula.
--Buenos días
doña Servula pronunciaba diariamente Marcelo echándose el pulgar y el índice de
la mano izquierda a lo alto de la cabeza, en ademán de levantarse la boina
recién puesta.
Servula,
quería hablar con Marcelo todas las mañanas y a continuación pronunciaba alguna
frase corta.
No
vamos hoy al campo.
Has
traído tomates para vender.
O.
Muchos días sin verle. Si faltaba alguna mañana a su cita.
Marcelo
contestaba al paso y no le daba conversación a Servula. Pensaba para sus
adentros que la viuda cincuentona, tenia mas intención, que la de saber si
había recogido tomates de la huerta y a que precio los daba.
Pero Servula
nunca dio muestras ni indicios, de querer buscarle la vida a Marcelo. Cuando
hacia cocido, apartaba un caldo y se lo ofrecía por la ventana, eso a Marcelo
siempre le venia bien.
Su nuera no se acordaba de darle
de comer, nada mas que cuando venia a
pedirle cinco mil duros; para la comunión del chico, para la calefacción de la
escuela, para la ropa del invierno, para...............
Que mas le
daba a Marcelo para que eran los cinco mil duros, su nieto Dimas, era lo único
que quedaría de todo aquello. Nunca le daba los cinco mil duros a su nuera,
pero unas veces con otras si le entregaba un billete morado con el rey, que
decían que era de 10.000
pts .
Las beatas de
la iglesia ya se habían marchado, como todos los días solo las veía por las
esquinas, o comprando el pan en la plaza a las mas tardonas. Se coloco bien el
remangado de las mangas de la camisa blanca y encogiéndose de hombros se sentó
en un banco de la plaza.
A veces el
tiempo en los pueblos pasa muy lentamente, a veces se convierte en un suspiro,
pero Marcelo lo media muy bien con la sombra de la casa y los adoquines de la
plaza, cada adoquín que crecía la sombra era un cuarto de hora hasta llegar a
la otra parte de la calzada. Cuando la sombra subía el bordillo el reloj de la
plaza daba la una. El nunca estaba en la plaza mas de la una, con lo que no
sabia lo que pasaba después con la sombra.
Quien pensará
en cambiar el pavimento de la Plaza, no saben nunca ellos, la cantidad de cosas
que se llevan por delante cuando hacen una obra publica. Vaya un Consejo o
Ayuntamiento, su encuentro con Nicolás le había dejado en la memoria de nuevo
formas y formulas de los tiempos jóvenes. Entonces se iban ha hacer cosas en el
pueblo sin que lo supieran antes los vecinos.
Marcelo se acerco a la gestoria
que ya estaba abierta un buen rato, pero no veía pasar a su amigo Miguel, la
chica desde el mostrador le atisbaba con dificultad y se puso de pie.
--Buenos días
Marcelo. Miguel no esta hoy en todo el día, se fue a Madrid y me dijo que entre
otras cosas tenia pendiente una suya, que venga vd. mañana a verlo.
Marcelo
salió de la gestoria entre nubes, sabia que Miguel, cumpliría su encargo con
devoción. Pizpireto y con rapidez volvió sin rodeos a su casa, estaba un poco
desorientado por la noticia y se puso a sacar cubos de agua del pozo para regar
el porche.
La sombra de
la plaza llegaba al bordillo, pero no había nadie que supiera su significado y
los chicos que salían de la escuela de recuperaciones, la pisoteaban como
queriendo gastarla. El reloj marco la campanada y Marcelo desde su casa, volvió
a estar tranquilo. Tendría que preparar algo de comer y el hato para ir con
Nicolás una semana a la huerta. Aquella idea comenzaba a pesarle.
III
En Alcázar de
San Juan mucho vino y poco pan, oyó Nicolás en la esquina de la sombra, se
acerco parsimonioso y tres metros antes de llegar al corro, dio los buenos
días.
--Buenos días,
señores. ¿Hay hueco?.
-- Buenos días
–contestaron—siéntese a charlar con nosotros.
--Es vd.
forastero, no lo conocemos aquí, preguntaron a Nicolás.
Este aprovecho el aire de la
pregunta para sacar un cigarrillo y ganar tiempo la respuesta mientras lo
encendía. La contestación fue harto difícil. Una cosa es un amigo y otra un
grupo de desconocidos, estando el en corral ajeno. Recordaba la reposición de
las campanas, la de la Sierra y la de la Asunción, las imágenes de la ermita en
el mismo 1940.
Al fin
contesto.
--No no, tuve
aquí familia. Quería saber como me puedo acercar a Alcázar de San Juan.
-- Si no
quiere ir vd. en su coche, dijeron aquellos hombres, como una sentencia, puede
coger la viajera a las 12 y a las 5, que sale de la plaza. Para volver pregunte
al conductor pero creo que la ultima sale de Alcázar a las 8.
Nicolás se
levanto y en la plaza tomo la viajera de las 12 de la mañana el aire de su
pueblo se le había hecho demasiado denso, demasiado anclado en el tiempo sin
movimiento y sin palabras. Muy manchego, muy trágico.
Al subir a la viajera sintió un repentino
escalofrió como si todas las miradas que salen detrás de las cortinas de las
puertas, estuvieran clavadas en su cogote, como si los hombres de la plaza hubieran
azuzado a sus galgos contra la liebre que se dibujaba en su nuca. Pensó que no
había sido una buena idea la de volver al pueblo. Si tuviera alguien con quien
acallar sus angustias y sus miedos, alguien a quien entregarse día y noche,
alguien por que velar......
Lo de la gestoría, lo de la
gestoría, pensó Nicolás repentinamente, si el puede yo también.
El viaje se le
hizo corto y al llegar a la estación de autobuses se bajo rápidamente con el
carné de identidad en la mano, el de conducir, la cartilla de la seguridad
social y otros papeles que tenia; entro en la primera copistería que encontró.
--Buenos días,
señora. Yo busco novia.
Nicolás enrojeció tras haber pronunciado aquella idiotez,
volvió a bajársele la sangre y quedo totalmente pálido. Las palabras no le
venían a la garganta y no sabia como enmendar la situación. En su cabeza todo
fluía en cientos de contradicciones.
Rosa la
dependienta era una mujer cercana a los cuarentena, rubia, vivaracha y de
palabra ágil.
--Caballero,
lo primero es que le voy a poner una sillita para que se siente y descanse del
viaje. No se preocupe por nada. Ah y vasito de agua que le doy ahora mismo.
--Bien con
tranquilidad, ya se que vd lo que quiere, es buscar una novia, y por eso viene
con sus documentos para que yo los fotocopie y ud. poder mandar a quien
convenga su filiación personal solicitando conocer mujeres para buscar novia.
Es así.
--Si.
--Repuso
Nicolás desde la vergüenza mas absoluta. Un hombre de ciudad como el, cansado
de ir a comercios de ser atendidos por chicas de todo tipo. Un hombre que
conoce los locales de alterne de todo Madrid mejor que las rayas de la palma de
su mano. Los fantasmas y angustias del pasado se aprovechaban de su desazón y
venían en bandada para instalarse en la conciencia, la guerra, los paseos, los
años de escondido, el sótano de paseo de la Habana, su mujer recién muerta. La
soledad de la gran ciudad.
Luis el marido
de Rosa, había dejado el otro establecimiento de papelería que tenían en el
centro de la localidad para hacer unas entregas en tres industrias del polígono
Alces, a la vuelta viendo la hora que se le había hecho pasaba a esperar a Rosa
para tomar juntos un aperitivo en el bar de la estación de autobuses e irse a
comer a su casa.
Luis entro en
la copistería se dirigió a Rosa y la beso mecánicamente, diciendo buenos días.
Nicolás sentado en la silla, contesto e irrumpió en un llanto apasionado, el
recuerdo de su esposa le había traicionado y ya le daba igual ser ridículo en
aquel sitio. Nadie lo conocía.
Luis escucho
la historia de aquel extraño suceso del cliente, de los labios de Rosa que se
sintió maternal en aquella situación, Luis miraba al cliente y pregunto a Rosa
si le había hecho las fotocopias. Hechas y empaquetadas estas, Luis cogió del
brazo a su singular cliente y le dijo.
--Venga
hombre, que le vamos a invitar a una cañita de cerveza, y vera vd. como se ve
la vida de otra forma.
Nicolás, medio
repuesto se puso en pie y dio todo tipo de explicaciones a Luis pidiéndole
disculpas, se atuso la polo, de las del cocodrilo, se coloco el pelo con las
manos, se estiro el pantalón marcando, la raya y con un ademán elegante le
pidió a Luis que le precediera en el paso, al tiempo que decía, Doña Rosa,
dígame que le debo y le abono en el bar que dice su marido.
Una vez en el
bar Nicolás se presento formalmente a sus nuevos conocidos, dando pelos y
señales de su historia para disculparse y reconoció que desde que Marcelo le
había dicho lo del gestor, su inconsciente trataba de lo mismo. Efectivamente quería
buscar novia pero no era una propuesta a Rosa, sino una traición que le había
jugado la conciencia.
Como se hizo
tarde Luis pidió unos huevos fritos con patatas y una chuletas de cerdo y los
tres comieron un poco en la barra para seguir hablando.
Nicolás les
pidió permiso para volver a visitarlos acompañado de su amigo Marcelo, por si
acaso no funcionaba lo de la gestoria. Pensando en que al ser jóvenes Luis y
Rosa, podrían asesorarles sobre sitios y formas, aunque se temía que la
solución era solo una mujer inmigrante. Ninguna española sin haberle conocido
nunca querría tener conversación con un hombre.
Solo la mujer
inmigrante que llegaba a plena aventura y en deseo de instalarse en un nuevo
país, como mejora económica social y de todo tipo, estaría dispuesta a ponerse
novia con un hombre, que ya no cumpliría los setenta y cinco. Era una
realidad.
Nicolás
anuncio su retirada de la reunión apretó fuertemente la mano de Luis y mejilleo
con sendos ósculos la cara de Rosa. Un poco babosos le resultaron a ella estos
arrumacos amistosos.
En la primera
viajera volvió a su pueblo con la decisión clara de acompañar a su amigo en la
aventura, pero no fue a buscarlo, preparo su coche limpiándolo, mirando los
niveles de aceite y lleno el radiador de agua con anticongelante, comprobó que
tenia una correa del ventilador de repuesto y lo dejo todo a punto para la
excursión del día siguiente. En el fondo el quiso llevar su coche para tener
mas autonomía por si lo de la semana se le hacia demasiado larga o podían alguna noche escaparse a algún
pueblo cercano que aun estaban de Ferias.
Hecho un bote
de leche condensada y una lata de jamón cocido. No quiso echar nada mas para no
molestar a su amigo. Paso a su casa y se acostó pronto incluso sin dedicar su
consabida sesión diaria de lectura.
Rosa y Luis a
la noche, durante la cena, hablaron mucho de lo que les había pasado. Era algo
curioso sorprendente y hasta un reto. No sabían que pensar y opinaron que un
tema anecdótico que se acabaría en ese único encuentro.
IV
La mañana
llego pronto Marcelo había madrugado con intención de preparar bien el remolque
enganchar a la Trepadora con sus atalajes, echar una arroba de blanco y todo lo
necesario para hacer una semana en la huerta. No supo que hacer con los aperos
y decidió dejarlos en la caja, hecho un segundo azadón con el astil un poco
suelto, pero ya lo pondría en agua. Seria divertido que los dos cavaran juntos
los tomates y a Nicolas esto que no habría hecho nunca, seguro que lo
entretenía. Se le hizo de día a Marcelo y apresuro las cosas para llegar a
la plaza.
Trepadora y su
carro rojo entraban por el sureste a la plaza, en el pescante a cuerpo
descubierto estaba Marcelo con su boina calada, una camisa de cuadros y un
pantalón oscuro, con sus abarcas.
Por el norte
el ruido del seiscientos se acercaba tembloroso. Se saludaron y Trepadora
inicio el camino hacia la huerta.
No tardaron
mucho en llegar, aunque a Nicolás se le hizo eterno, menudo calenton se había
llevado el cochecete, y como se había puesto de polvo por todos sitios, pero
fue su gusto ir con el coche.
Se bajaron de
los vehículos y Marcelo miro a Nicolás de arriba abajo, con camisa polo
pantalón de milrayas y alpargates de cáñamo de rejilla. Pensó menos mal que me
traído de todo en el hato y hasta un sombrero de paja.
--Oye Nicolás
cuando veníamos por el camino he pensado si seriamos dos quijotes modernos,
pero todos los que pasaban por la carretera bien que nos han pitado. Quien será
Don Quijote y quien Sancho, porque Rocinante será la Trepadora, o no.
En esta
conversación se andaban mientras bajaban del remolque la arroba, un par de
costales y un arca pequeña. Los aparejos y herramientas, los dejaron allí,
Nicolás saco las cosas del vehículo y lo pasaron todo a la casa. Marcelo lo
miraba de reojo, no le había gustado que trajera nada, pero si era su gusto.
Dejo después que Nicolás observara detenidamente todas las características de
la casa y de la huerta, los tomates, dispuestos para ser cogidos de las matas,
las vallas, el espantapájaros el pozo con su carrillo, su soga y su cubo.
Cogió tres o
cuatro tomates de un mata y lavándolos en el cubo del pozo los partió con la
navaja, del vasar de la chimenea alcanzo un tarro con sal y una alcuza para
aderezar el tomate. De una garrafilla de media cuartilla apuro un jarrete de
vino blanco y del costal mayor, saco una latilla de anchoas que abrió a punta
de navaja. Todo colocado para almorzar, espero que volviera Nicolás.
Al rato y en
vista de que Nicolás no pasaba a la casa, Marcelo comenzó a pensar si no
estaría a gusto su amigo, salió al porche y lo llamo en voz alta.
-- Nicolás
vente que vamos a almorzar un poco.
Nicolás llego,
con la sonrisa un poco forzada, y se sentaron ambos en sillas bajas de enea,
para pinchar tomate y anchoas y echar unos tragos. En el ultimo trago de blanco
después de haber rrebañado el caldillo del tomate. Nicolás miro a Marcelo y le
dijo.
--Yo también.
--¿Que quieres
decir? Te he notado raro esta mañana. Y no se que quiere decir, esto que me
dices.
-- Te lo
explicare que es lo mas fácil y seguro que lo entiendes. La otra noche cuando
me hablaste de Barcelona y de Sevilla, yo me sentí ilusionado. Pero ayer
descubrí que lo que me hace verdadera ilusión, una nueva razón para seguir
adelante, es lo de tener novia.
Algo que al principio de tu
decirlo me resulto extraño me ha llenado el pensamiento. Escucha lo que me paso
ayer en una escapada que tuve a Alcázar de San Juan.
Por eso esta mañana estaba un
poco distraído y no sabia como encontrar el momento para contártelo.
--Marcelo
levanto los brazos al aire -Nicolás se asusto un poco- diciendo, vociferando.
Espléndido, estupendo. Te contare yo lo que me pasa y te propongo lo que vamos
ha hacer. Ayer tuve un recado de mi amigo el gestor, diciéndome que hoy fuera a
verlo hoy mismo con el asunto de mi novia.
Si te parece nos quedamos aquí
esta mañana y a primera hora de la tarde bajamos con tu coche a la gestoria,
para ver mis noticias y le hablamos de lo tuyo.
--Caspita cuando deje de apretar el solano, nos vamos. Como que caspita,
Nicolás que fino te has hecho, cojones que nos vamos a buscar novia los dos
sople el solano o sople el abrego, que mas nos da.
Por cierto he pensado que para
comer podíamos acercarnos al río a cazar unos cangrejos y hacer una sopa de cebolla.
--Tienes cangrejera..............
Por el camino
de la huerta hacia el rió van, cantando
pasodobles y canciones populares.
Las de Membrilla
Y las de Manzanares
Salen todas regulares.
De Valdepeñas el vino;
y el aguardiente del Moral;
y "pa" mujeres
bonitas.
Santa Cruz y la
"Calzá"
Mira una que cantaba el
poeta, en el frente de Madrid.
¿Quién Miguel
Hernández?
Si hombre si, Escucha.
Aunque creo que es una versión que hicimos luego.
Manchegas
generosas
nietas
y nietos de Valdepeñas.
Dar a los verdugos fosas
antes de que fosas os den.
Parid
y llevar ligeras
hijos a los batallones.
Vino a las trincheras
amor a los cañones.
Sembrada
esta la simiente
vuestros vientres darán.
Cuerpos para la libertad
y mentes blancas
como el pan.
V
Miguel levanto el teléfono con
nerviosismo.
--Hombre Luis eres tu. Que tal
te va, oye me has hecho las 20 fotocopias de las escrituras de la herencia de
los sobrinos de Doña Rosario. Hombre hazme el favor de llevárselas a Juan
Carlos el del Banco que el me las trae para el expediente y luego yo se las
hago llegar y ponle encuadernadores y archivadores.
--Pero Miguel escúchame hombre,
escúchame. Ya he tomado nota de todo, no te preocupes le llevare los papeles al
banco y todo lo demás.
Mira te he llamado porque ayer nos paso a Rosa y a mi una
cosa mas que curiosa, divertida, y he dicho voy a ver que sabe de esto Miguel.
Porque a mi me habías hablado de un vejete de tu pueblo, que no es el tipo que
nos lloro en la copistería. Seguro estoy de ello.
Es que no hay hogar del pensionista en tu pueblo. O es que
han cerrado el barrio de Tomelloso.
--No seas cachondo Luis.
Jajajajaja. Ya se de lo que me hablas es que son dos amigos de juventud que
vivieron en la guerra y la república juntos y ahora el tiempo los ha vuelto a
reunir. Pero no es ninguna epidemia. Me contaron que había venido Nicolás, yo
no lo conozco, podría ser mi padre y casi mi abuelo, pero sus andanzas y sus
mitos si me habían llegado.
Mira he quedado con Marcelo
para hoy, pero no lo voy a recibir hasta la tarde, para hablarle de aquella
muchacha cubana que me contaste. A ver si le interesa conocerla, pero seguro
que se presenta con Nicolás.
--Esta bien Miguel a las 8 de
la tarde estoy en tu oficina y hablamos de todo con ellos. Estos viejos
pillos seguro que se arreglan con las mujeres cubanas y nos dejan en paz a todos.
VI
--Que rica la sopa de cebolla,
como la has hecho Marcelo, me ha vuelto
a la niñez, sus sabores, me acuerdo de una tarde de invierno con olor a
sarmientos tenia el mismo sabor el mismo calor y regocijo. Que rica que me
sabido. Que mala suerte hemos tenido con los cangrejos, solo siete y no son
gran cosa.
-- Con los cangrejos lo que vamos
ha hacer es esta tarde cuando bajemos al pueblo dárselos a Juanin en su bar
para que prepare una buena olla que hace todos los sábados con los cangrejos
que durante la semana le vamos dando unos y otros. La tarde del sábado los pone
al publico y a veces hay cangrejos para medio pueblo, pero en esta época suelen
cazarse poco.
--Has oído en el parte, me ha
sorprendido que estén otra vez a vueltas con el asesinato de Trosky. Mercader
lo mato con un piolet, en su fortín de México hace cerca de cincuenta años y el
estalinista español, murió hace algo mas de 10 años, nunca abrió el pico, ni en
las cárceles mejicanas, ni en los exilios moscovitas o habaneros.
Yo conozco muy
bien el tema, porque con la transición Luis Mercader el hermano Ramón, volvió a
España y coincidimos muchas veces en algunos lugares, para mi era una tarde mas
hasta que descubrí que este era hijo de Caridad del Rió, la estalinista,
aquella que antes de la primera guerra, ya se atrevía a volar en avión. La de
aquella frase histórica de las luchadoras españolas. “ Yo solo sirvo para
destruir el capitalismo, no para construir el comunismo”
Si todos
hubieran pensado así.........
Claro, Luis
era uno de los niños de Rusia, lo que conocía era de primera mano y
privilegiado. Pase muchas horas charlando con el, en los primeros días que
llego a Madrid, fue un personaje, pero a los dos meses no lo conocía ya nadie y
se refugio en un café que yo frecuentaba, seguimos hablando mucho tiempo, de
todas las cosas de estos malogrados cincuenta años. A veces se entrevistaba con
la actriz Sara Montiel, nuestra paisana que accedió a tratarme junto a Luis por
mi origen manchego e ideológico, cuando Sara había estado en México haciendo
cine, visito varias veces a Ramón Mercader en la cárcel, acompañando a personas
cercanas a círculos comunistas.
Yo creo que
Luis estaba dispuesto a escribir un libro sobre su vida y rescatando la figura
de su hermano, para borrar su imagen de seductor y agente soviético. Siempre lo
vio como un hombre muy de su tiempo enamorado de Nueva York. Nunca podría saber
como ocurrió y porque mato a Trosky.
--Nicolás,
cuanto has vivió en Madrid. Ahora vamos a preparar para ir al pueblo y ya
vendremos a hacer noche.
Cogieron las
llaves de la casa y tirando de la cuerda de la puerta hecho la llave Marcelo,
se subieron al coche y puesta la radio comenzaron a caminar hacia el pueblo. El
camino se convirtió en carretera y esta en calle, las campanas de la iglesia
volteaban como avariciosas de comerse el aire de la tarde en sus enormes bocazas.
--Sabes a que
tocan las campanas, Marcelo.
--Creo que a
muerto, pero nos se que tipo de muerto, creo que es a transito de gloria. Eso
es que debe de haber muerto algún recién nacido. Es un toque que solo se oye de
allá para cuando y a veces me confunde con otros de muertos, el pueblo hay por
lo menos cinco o seis toques de campanas relacionados con los muertos. Ya ves
lo que es la vida de los pueblos.
--Buenas
tardes, como me dijo vd. Que volviera hoy, aquí estoy con un amigo para ver a
Miguel.
--Muy bien,
siéntense un poco, porque don Miguel hasta las ocho y media no puede recibirle.
--No nos vamos
y ahora volvemos a la hora de la entrevista.
Nicolás y
Marcelo, no podían imaginar la sorpresa que les esperaba en el despacho de
Miguel. Y pasearon un poco para hacer hora.
VII
--Luis, vas a
echar gasolina en Barataria o tendremos que empujarle a este trasto para poder
subir la cuesta del Bernardillo.
-- Bueno,
bueno Rosa, déjame o mejor conduce tu, que vas mas tranquila y vamos mas
seguros.
--Si anda
bájate, que me ponga yo al volante.
Rosa y Luis
caminaban a su cita con Miguel acompañados de Ofelia y Amparo del Río, las
hermanas cubanas que esperaba Miguel para presentar a Marcelo.
Las hermanas
del Río, vivían hacia diez o doce años en España, vinieron con poco mas de
treinta cumplidos, para cantar a dúo en las orquestas de música de baile.
Trabajaron en toda la costa del sol y la costa levantina. Se Presentaron en
Madrid y Barcelona en las salas de baile.
Incluso en los
primeros años ochenta, aquellos que decían del pelotazo, y la movida, grabaron
un maxisingel con pregones, guajiras y boleros cubanos, que pincharon
repetidamente en radio 3 y cantaron repetidas veces en las fiestas populares.
“Las del Río. Música del caribe”. Decían los carteles que anunciaban sus
espectáculos,
Ofelia y
Amparo tenían mucha suerte, cuando no trabajaban de artistas, lo hacían en las
orquestas, o en grupos de baile caribeño, incluso daban clases de salsa y otras especialidades en una discoteca con
la que llegaban a un acuerdo con el dueño, bueno en realidad en varias,
ofreciendo sus clases por los pueblos.
Ingresos no
les faltaban y viviendo juntas como solteras aun menos, se permitían el lujo de
mandar, todos los meses una buena cifra de dólares a Cuba para proteger a su
familia, a su madre y a la hija que tuvo en su juventud en Cuba, la nena tenia
ya 15 años y necesitaba muchas atenciones
*
Tocando a animas en las campanas de la iglesia, los
siete sentaban en el despacho de Miguel.
Los primeros momentos fueron de
respetuoso miedo a la desconocido, Nicolás estaba superado por la situación,
Marcelo claramente ilusionado. Ofelia y Amparo a las que Luis y Rosa les tenían
explicada toda la situación, rectas en las sillas sonreían atentamente a todo
lo que ocurría.
Miguel los
saludo a todos y con animo de acelerar la situación, dijo. Bueno como todos
sabéis, yo aquí estoy haciéndole un favor personal a mi amigo Marcelo y no
tengo nada que ver en ningún otro aspecto en esta reunión, Mi único propósito
es que Marcelo conozca a las hermanas
del Río, de las que recuerda sus canciones en la radio y en los discos.
Luis y Rosa
después de saludar a Nicolás que mejellio a Rosa como si fuese su sobrina,
dijeron que tenían que hacer unos negocios en el pueblo y que tardarían un rato
antes de irse. Nicolás agradecido por lo del día anterior, les dijo que se
dedicaran a sus cosas sin ningún problema que el mismo y Marcelo acompañarían a
Ofelia y Amparo a su pueblo y a su casa.
Miguel se levanto
como un rayo. Mi función esta cumplida Marcelo ahora el tema es tuyo y de tu
amigo.
Los cuatro
salieron del despacho y comenzaron ha hablar mucho, Ofelia hablaba con Marcelo
de la isla, de Cuba de las gentes de la vida con Fidel, de su familia de sus
antepasados, del recuerdo sentimental que tiene aun el cubano sobre el
colonialismo español, y Marcelo escuchaba boquiabierto, las descripciones de
los paisajes, la vida del puerto y los cafés. El trabajo en las plantas
tabaqueras, el liado de cigarros y la lectura de periódicos. Marcelo no tenia
palabras, solo ojos para mirar la exhuberancia contenida de Ofelia y oídos para
escuchar la musicalidad de sus relatos.
Nicolás y
Amparo, hablaron de música de actuaciones de, la vida de los artistas de la vida
en las discotecas y los hoteles donde Amparo trabajó. Nicolás que era gran
conocedor de la noche madrileña alardeaba con ella de su conocimiento que
impresionó a la cantante. Nicolás asimismo ensimismado, llamo a Marcelo que
estaba a su lado.
--Marcelo tendremos
que cenar algo, porque ellas igualmente tendrán hambre. Te parece que vayamos al sitio ese donde
ponen los cangrejos que algo tendrán para picar y si no que nos hagan unos
huevos revueltos con pimientos y patatas.
Las hermanas
quisieron excusarse pero la insistencia de los dos amigos, no tuvieron mas
opción que aceptar. Aun así Ofelia apunto, si tomamos algo y nos retrasamos
Luis y Rosa se van a marchar sin nosotras y habrá que ver si nos volvemos a
casa o hay aquí donde dormir.
Marcelo
ofreció su casa, una casa grande y bien situada y les propuso darle la llave a
ellas y irse ellos a casa de Nicolás o a la huerta que estaba sola la Trepadora
y tenia sus necesidades de alimentación y limpieza.
Aclarada la
situación llegaron al bar y bebieron vino con sifón, mientras comían calamares,
careta, chorizos y morcillas. Juanin tenia de todo en el bar y ellos pensando
en el revuelto de huevos.
Ofelia explicó
a sus amigos que ellas eran biznietas bastardas de un alto mando militar
español que abandono la isla con los sucesos de 1898, que su familia nunca
quiso hacerse eco de esta circunstancia, pero eso justificaba su escaso
mestizaje. A ambas les hubiera gustado buscar la pista de su tatarabuelo, pero
ya después de tantos años en España
perdieron el interés.
VIII
Pasaron juntos
toda la semana que Nicolás tenia comprometido con Mauricio estar en la huerta.
Nicolás tuvo que volver a Madrid y encontró un trabajo estable para Amparo,
como cajera en una wisqueria de la calle Orense, cercana a su portería.
Marcelo y
Ofelia se siguieron viendo durante unos meses con la especial ayuda de Luis y
Rosa que los recogían de sus pueblos y los llevaban a bailar a las discotecas
mas marchosas de la comarca. Ofelia pasaba temporadas en casa de Marcelo, cada
vez con mas frecuencia.
Y alguna vez
fueron juntos a visitar a Nicolás y Amparo. Pero Marcelo prefería quedarse solo
en Villarrubia cuando Ofelia se acercaba a ver a su hermana en Madrid.
Marcelo todas
las mañanas se encontraba con Servula como de costumbre.
--Buenos días
--Buenos días
Marcelo, que bien te veo le dijo Servula.
Marcelo
aprovecho la ocasión para explicarle a Servula que estaba pensando en casarse
con Ofelia y le pidió que le ayudara a atender la casa, porque para el era
mucho lió con la huerta los animales y todo los demás y Ofelia no estaba a
acostumbrada a las costumbres de las
casas grandes de los pueblos. Al fin y al cabo ara artista y quería ayudarle
con la huerta a Marcelo.
Servula que
había albergado aun las ultimas esperanzas en su pecho de conquistar a Marcelo,
hizo un esfuerzo para sobreponerse, tragando una de las salivas mas amargas de
su vida. Pero su pasión cincuentenaria
por Marcelo le obligo a aceptar aquella propuesta.
--No te preocupes Marcelo, a
partir del día uno dejo la casa de Doña Mariana la maestra y me dedico a la
tuya que buena falta le hace, y si hay que prepararla para boda, dímelo con
tiempo que no quiero yo que nadie piense que vas a ser un Adán, que una cosa es
la vida de soltero y otra la de hombre casado.
Marcelo paso
dos o tres días sin ir a ver a Ofelia y dándole vuelta a aquella conversación
con Servula. Una tarde cogió la viajera para Alcázar y se presento en la tienda
de Rosa. La mejilleo y le dijo que quería casarse con Ofelia y que le gustaría
que Luis y ella lo aconsejaran y fueran uno de los padrinos para que el otro
fuera o Nicolás o Amparo.
Rosa llamo a
Luis por teléfono que andaba como siempre sirviendo pedidos y a su vuelta
hablaron con Marcelo detenidamente.
La idea de
Marcelo en esta entrevista fue pedir opinión a sus amigos y casi hacer un acto
de pedida de mano de Ofelia o de consentimiento de los amigos. Luis le explico
a Marcelo la vida de estos años, la difícil relación intergeneracional, las
necesidades de los países no europeos, tanto económicas como sociales. Le puso
de ejemplo a su amigo Nicolás que vivía desde pocos días después de conocerse,
felizmente con Amparo, cada uno en libertad y respeto, pero con independencia
económica y sin compromiso alguno.
Rosa le hablo
abiertamente a Marcelo, de lo difícil que es que prenda la llama del amor en
cuerpos ya secos por el paso del tiempo, y que las grandes diferencias no son
tanto de la edad sino como de las necesidades de situarse en la vida con los
suyos que tiene cada uno. Marcelo escucho con atención todas las opiniones de
Luis y Rosa y dio muestras de comprender perfectamente lo que le decían. Pero
aun así expuso a continuación sus sentimientos y su ilusión por Ofelia.
No satisfecho
de sus explicaciones Marcelo, a los pocos días escribió y envió la siguiente
carta a Luis y Rosa.
Estimados amigos Luis y Rosa.
Espero que
al recibo de la presente, os encontréis bien Dios mediante, aquí bien. Os
escribo estas cuatro letras para explicaros después de escucharos, cuales son
mis intenciones respecto a Ofelia del Río.
Probablemente
mis mejores amistades hoy seréis vosotros y el entrañable Nicolás, yo he tenido
una vida larga y difícil que quisiera resumiros brevemente para que comprendáis
mis intenciones.
En mi
pueblo Villarrubia de los Ojos del Guadiana, han pasado siempre muy pocas cosas
de importancia, la raza de toros Jijones que desapareció poco a poco después de
dar toros a los mejores festejos y los líos de Pedro Girón que murió aquí a
finales del siglo XV cuando tenia que casarse con la que luego fue Isabel La
Católica.
En
los mas oscuros recuerdos de mi familia, se remonta este hecho. El caballero
Girón preño a mi tatarabuela de hace 18 generaciones, naciendo un vástago
bastardo que fue criado a las afueras de la villa, Pedro Giron testifico y
murió en Villarrubia, pero mi familia quedo con la crianza que paso de
generación en generación. Durante estos quinientos años ha habido momentos de
todo, cuando el bastardo de Colon, su hijo Hernando el de la cordobesa, vino
por aquí haciendo la Cosmografía. Conocía el tema y visito a mi familia.
Igualmente paso con Juan José de Austria, el prior sanjuanista hijo de la
actriz Maria La Calderona.
Esta
situación tuvo otros momentos angustiosos durante las dos ultimas centurias. En
mi casa de la que soy el único descendiente, esto se ha vivido, seguramente de
manera equivocada, como una peste.
En los
primeros años del siglo mi abuela y mi madre vivieron como de luto
permanente.
Mi tío
soltero, ya que solo se casaba un miembro
de cada generación, decidió destacar en los sindicatos católicos. Dado el
futuro de España que se preveía. Siendo yo un niño se me inclino a formar parte
de los movimientos de clase obrera y a militar en las juventudes libertarias.
El resto de
las cosas de mi juventud las conocéis a través de nuestra relación con mi amigo
Nicolás. Mi tío fue paseado y con la perdida de la guerra como único varón de
la familia y por la declaración de algún terrateniente se me respeto la vida,
condenándome en vida ha hacerme cargo de la hacienda y no poder salir
libremente de Villarubia.
Ciertamente
a mi no me condeno nadie , fui yo solo quien se retiro a la huerta, quien
abandono las relaciones con las amistades y se aparto delas mujeres del pueblo.
He vivido mas de cuarenta años
avergonzado de mi mismo, esforzándome por producir los mejores tomates,
pimientos, berenjenas y melones de todas
estas tierras.
Nadie sabe
que he vivido miserablemente con el producto de la mitad de la cosecha. La otra
mitad la he vendido y la hecho llegar mediante Mujeres Libres, una organización
de la época republicana, a los núcleos de mujeres antifascistas que lucharon en
el frente de Madrid.
Una de
aquellas marcho al exilio con el fruto nonato de nuestro amor, estuvo en los
campos de concentración franceses y alemanes, nació nuestro hijo. Pero no he
podido desde 1940 tener noticias de ellos. Mis envíos a Mujeres Libres durante
años y a CNT en Paris después fueron siempre bien acogidos, pero no he podido
saber si ellos viven y como se encuentran.
Mi otro
hijo, el que todo el mundo conoce, esta fuera de mi alcance como padre, hasta
el punto de que solo hablo con mi nuera cuando me pide dinero poniendo de
excusa a mi nieto Dimas, que debe haber hecho la comunión diez o doce veces. Si
algo consigo guardar de mi hacienda, será directamente para este nieto, al que
prácticamente no conozco, según reza ya en mi testamento.
Como veis
nada me puede hacer mas daño en la vida, se que Ofelia tiene una hija sin padre
y esa situación me reconcome, necesito contribuir, a la vida de esa niña. Pero
Ofelia no debe saber nada de esto nunca, si así fuera se aprovecharía de mi
ñoñeria.
Creo que
ahora entenderéis mi necesidad de casarme con Ofelia y se que series
respetuosos conmigo.
Luis y Rosa volvieron a leer la
carta dos o tres veces, quizás impresionados por las declaraciones de Marcelo o
deseosos de retenerla en la memoria y deshacerse de ella quemándola.
Sin palabras los dos no
comentaron mas el escrito y Rosa, lo quemo con un mechero que llevaba siempre
en el bolso.
Esperaron a que llegara el
sábado y reunieron a Ofelia y Marcelo como si no pasara nada. Luis en un
apartado le dijo a Marcelo que esa noche era un buen momento para que se
declarara y la pidiera en matrimonio.
IX
Marcelo, nervioso y preocupado
cumplió su deseo que se vio recompensado con la conformidad de Ofelia.
Se hicieron los preparativos de
la boda, del convite y la tornaboda. Marcelo no quería ser muy generoso en el
vuelo económico de la celebración, sobre todo por no despertar la liebre del
capital que custodiaba.
Se casaron en Villarrubia y
cenaron en casa de Juanin, de manera muy intima, les acompaño Miguel, Nicolás y
Amparo, Rosa y Luis. Nadie mas quiso invitar a la boda Marcelo a los de su
pueblo para que hablaran con razón, y a los de otro sitio porque no tenían
relación suficiente con la pareja.
Comieron, bebieron y rieron
mucho. Bueno mucho, lo propio de su estado y edad. Nicolás y Amparo lo pasaron
estupendamente, le habían pedido a Marcelo la llave de la huerta y después de
la juerga fueron allí a dormir, especialmente para dejar libre la casa de
Marcelo y porque la de Nicolás estaba cerrada tanto tiempo que no pudo ni abrir
la puerta para entrar.
*
Servula ceno copiosamente, sola
, eso si en casa de Marcelo. Se revistió poniéndose un delantal blanco con muy
poca puntilla, tenía azuzada la lumbre con una olla de agua caliente. Había
limpiado y preparado el mayor de los calentadores de la casa. Vivo el fuego de
las ascuas para calentar la cama cuando llegaran, incluso preparo para la
ocasión, un poco de cortezas secas de frutas e incienso para perfumar la alcoba
y la antealcoba antes de acostarlos.
Sus ojos se cobraban poco a
poco el teñido color morado, como la gitana, de llorar. La boda del hombre que
hubiera querido para ella,.......Y aun así cumplía su encargo de ama de llaves
con un celo impoluto, era una mujer sin hiel en el cuerpo, como podría ser
mujer de un hombre con su orgullo.
Mancho de lagrimas un par de pañuelos
y atuso la turca montada en la antealcoba para su reposo. Lo tardío de la noche
y el cansancio del exceso de trabajo del dia le obligaron a dar unas cabezadas.
De madrugada llegaron los novios y Servula que tenia un sexto sentido, se
despertó con tiempo suficiente para lavarse un poco, perfumarse y peinarse,
para salir a recibirlos al portal.
--Buenas noches y muchas
felicidades señora.
--Buenas noches y muchas
felicidades señor.
Desean que les caliente la cama
y les perfume la habitación. He dejado junta ala jofaina un perico grande y en
la mesita hay agua de azahar. Si necesitan algo estaré en la antealcoba.
--Muchas gracias Servula como
tu lo hayas dispuesto, estará todo bien.
--Para desayunar, he preparado
chocolate y haré unos churros, a que hora debo servir el desayuno.
--A las 11 Servula a las 11
muchas gracias por todo dijo Marcelo y se retiro con Ofelia al tálamo.
La vida de los recién casados
se desarrollaba con alegría y Servula, estaba siempre atenta a las necesidades
de Ofelia y de Marcelo. Ambos trabajaron la huerta durante los primeros meses y
Ofelia le pidió Marcelo que comprara un vehículo familiar para ir a ver a su
hermana y a Nicolás.
Al principio Marcelo viajo con Ofelia a Madrid
varias veces pero el prefería quedarse en la huerta trabajando o simplemente
contemplando la sierra mientras ella visitaba a su hermana.
Una noche volvió Ofelia de
Madrid con el rostro brillante iluminado
de ilusión, había vuelto a encontrar con su hermana a un promotor que les
ofrecía volver a cantar boleros y grabar un nuevo disco, lo había conocido en
la wiskeria donde su hermana trabajaba de cajera.
Marcelo no estaba a gusto con aquella situación y aunque
conocía que Ofelia todos los meses le arrancaba parte de los ingresos para
mandarlos a Cuba, le propuso que se olvidara de la vida artística y trajera de
Cuba a su madre y a su hija. Ofelia lo pensó durante muchos días y decidió que
seria una buena idea traerla a vivir a España, pero no a Villarrubia donde
pensaba que la vida de su madre seria muy angustiosa y escasa de posibilidades
la vida de su hija.
Marcelo con tal de no perder la
oportunidad de contribuir al bienestar de la niña, acepto a comprar un
apartamento en Madrid para que vivieran allí la madre y la hija de Ofelia y
pudieran ser visitadas por esta y su hermana.
Se puso en contacto con Nicolás
a quien le contó su propósito, en una reunión que mantuvieron solos sin que
nadie lo supiera. Nicolás conocido el propósito le recomendó encarecidamente
que no hiciera eso, que para ello tenia que vender casi la mitad de la hacienda
y quedarse solo con la huerta y la casa del pueblo.
--Además Marcelo, tu principal
propósito aun no viene ni anunciado y si sigues así tu heredero solo heredara
tu chaleco de madera, y el esfuerzo de tu vida no habrá servido de nada. Creo
que en todo caso debes alquilar y no tomar una postura tan definitiva.
Marcelo angustiado como nunca
por la situación busco consejo en Luis y Rosa que coincidieron ampliamente con
Nicolás
X
Una anochecer Marcelo pidió a
Servula que los dejara solos en la casa, esta se extraño mucho de la
circunstancia, pero se marcho a su casa ya cerrada desde cerca de un año. Las
palabras de Nicolás de Luis y de Rosa, estaban mas frescas que el día de las
conversaciones, Marcelo tenia decidió lo que quería hacer y solo le quedaba
soltárselo a Ofelia que no sabia como se lo iba a tomar.
El ruido del motor se detuvo en
la portada de la casa, Ofelia venia de Madrid como casi todas las noches y
entraba muy bien vestida y perfumada por la cancela, ya traía puesto otro
vestido nuevo con bolsos y zapatos a juego y bamboleaba las llaves del coche en
la mano izquierda.
Marcelo se acerco a ella para
besarla y Ofelia puso la mejilla izquierda, pensaba que él no se había dado nunca
cuenta, pero él acostumbrado al campo sabia que además del perfume el aliento,
de su boca olía a wisky. Y de sus manos se desprendía un olor sordo potente que
la obligaba a lavarse con mucho jabón en cuanto que entraba en la casa.
Marcelo nunca quiso pensar en
los locales de carretera que abrían sus puertas a primera hora de la tarde en
la carretera de Madrid, incluso cuando hablaba con Nicolás nunca le preguntaba
cuantas veces veía a Ofelia de las tantas tardes que ella viajaba para ver a su
hermana.
Se sentaron los dos a cenar,
Ofelia ni siquiera hecho de menos a Servula, simplemente comió del plato y miro
a su marido. Él apenas probo bocado, solo bebió unos sorbos de agua antes de
comenzar ha hablarle su mujer.
--He pensado mucho lo que
hablamos el otro día de comprar un apartamento en Madrid para que vengan de
Cuba tu madre y tu hija. Incluso he hablado con Nicolás para que empieza a
buscar algunas oportunidades, porque yo realmente solo se plantar tomates y me
pierdo en todas esas cosas de la gran ciudad.
Pero he pensado aun mas sobre
este asunto, y veo que desde que nos casamos, tu forma de vida a superado a la
mía en todos los sentidos, y no es que este a disgusto contigo, he gastado en
tus caprichos y tus envíos mucho mas que en cualquier otra cosa a lo largo de
toda mi vida.
Tu deseo de reunir a tu familia
me parece muy respetuoso, y tu idea de que vivan en Madrid, claro a mi cargo,
me parece también muy oportuna por tu parte. Incluso que vuelvas al mundo del
espectáculo con tu hermana, siempre será mejor que andar por wiskerias y los
cabaret aunque sea de cajera.
Todo es para mi un proyecto
posible y que estoy dispuesto a acometer.
--Aaaa cariñito, lo que te
quiero que bueno eres conmigo. Pronuncio Ofelia mientras masticaba ampliamente
unas chuletas de cordero.
-- Ahora quiero repasar contigo
como marido y mujer, en que ha cambiado mi vida desde que nos casamos, cuanta
felicidad has traído a mi casa y en que situación nos encontramos.
--Aaaa
cariñito, lo que te quiero que bueno eres conmigo.
Desde que
entraste en mi casa, mi hacienda a disminuido prácticamente a la mitad y
tenemos un coche que yo no he conducido nunca y solo habré subido en el diez o
doce veces a lo sumo. En tu armario solo hay tres o cuatro vestido aunque
compras mas del doble cada mes. Las joyas y relojes de los que te has
encaprichado se te pierden sin solución de encontrarlas.
En mi armario
están los dos trajes de siempre las misma camisas y los mismos pantalones.
Tengo en el bolsillo sin correa el antiguo reloj de mi padre y sigo sin fumar,
beber o jugarme los cuartos como algunos a puerta cerrada en los bares. Bien es
verdad que me has traído unas gorras de colores chillones con letras que no se
pueden leer y grandes viseras, que yo he ido arrinconando, porque con ellas
puestas ni siquiera crecen las plantas del tomate si me ven.
--Aaaa
cariñito, lo que te quiero que bueno eres conmigo.
En su día te
dije que compraría el apartamento de Madrid, y lo voy hacer. Pero lo mas
importante de mi vida contigo era tener un hijo, un heredero de mi estirpe, y
no creo que pueda ni estar anunciado la posibilidad de tener un hijo juntos,
tomas demasiadas píldoras de todas clases y cuando no te duele la cabeza, no
son días propicios o has tenido muy mala tarde. En fin desde que casamos solo
hemos podido intentarlo media docena de veces, con mas prisa cada vez y muy
poca dedicación. También es cierto que no me puedo quejar de tus caricias de
tus atenciones de tus arrumacos y tus coqueteos. Todos me resultan mecánicos, a
destiempo y para pedirme cinco mil duros mas cada vez que te acercas a mi
cuerpo. Alguna vez he pensado si seria una tarifa.
--Aaaa
cariñito, lo que te quiero que bueno eres conmigo.
Ofelia ahora
es mi momento. Te compro el apartamento, solo cuando firmes los papeles del
divorcio.
--Aaaa
cariñito, lo que te quiero que bueno eres conmigo.
--Aaaa
cariñito, lo que te quiero que bueno eres conmigo.
Ofelia se
levanto de la mesa, fue a lavarse mecánicamente las manos y desde lejos se
dirigió a Marcelo. No tardes mas de un mes en preparar los papeles, que se
acaba una oferta de viajes de Cuba y por el precio de dos, se puede venir
también Eliades, mi novio el padre de la niña.
XI
Marcelo se
quedo descompuesto, se levanto de la mesa y miro hacia el tálamo, las lagrimas
sin ruido solo con sabor amargo de caballero español, le bañaban en cascada las
mejillas, incluso mojaron el pecho de su camisa blanca.
Se dio la
vuelta y sombrío sin sentido salió a la calle, como si se hubiera levantado mas
temprano que ningún día dirigió sus pasos a la iglesia. Absorto recordó su
vida, en un mismo momento pasaron por sus ojos las peores balas de la vida. Su
cuerpo se paro a unos metros de la casa de Servula como hacia antes cuando
caminaba a ver a las beatas.
Que pensaría
ella de todo esto, echarla de su casa para hacer esto, habiéndose portado como
nadie se había portado con el en la vida.
Estuvo unos
minutos pensando si llamarla para hablar con alguien de su desgraciada vida de
hombre casado. En el pueblo todo estaba prácticamente a oscuras solo algunas
lámparas en las esquinas de las calles, en la noche no quedaban ruidos de
ninguna clase, a lo lejos algún coche en la carretera, los ladridos de un perro
en los corrales del ayuntamiento y el percutir de sus pies sobre el adoquín que
pisaba como avanzaba hasta la puerta de Servula.
Al final
levanto el brazo y llamo a la puerta con la mano abierta, dos golpes la primera
vez y otros dos la siguiente. Pasados unos minutos Marcelo se dio la vuelta
para abandonar su desesperado intento de buscar el amor.
--Marcelo. ¡Te
están engañando¡
Sonó la voz
clara de Servula desde el portal de la casa, con la puerta entreabierta y a
oscuras. Marcelo se volvió en un ultimo aliento de recuperar la ilusión por la
vida. Servula, como nunca, recién peinada y perfumada, vestida con una bata de
grandes flores y la mirada brillante le invito a pasar.
En voz baja le
susurro al oído, si no podemos tener ningún hijo, recogeremos a Dimas.
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