20120110

máscaras XIII


MÁSCARA XIII
Todos conocemos las razones de muchas cosas, desde que nacemos estamos en un proceso continuo de aprendizaje, conocemos cosas comunes que nos permiten comunicarnos, conocemos cosas que parecen incuestionables y que asumimos como tales y conocemos cosas que consideramos opinables. El conocimiento del mundo en que vivimos es opinable, todo es relativo. En realidad la única verdad con mayúsculas es que el mundo existe y que el hombre vive en el. 

Así decidimos partir de un acuerdo general, para entendernos y ese pacto de conocimiento común se va extendiendo temiblemente. Hasta que logra convertirse en un verdadero sistema de creencias que se enlazan unas a otras y conforme las vas desenredando da desasosiego encontrase en el vació. Esto es así, porque el ser humano necesita de muchos justificaciones para enfrentarse día a día a los retos que la vida le plantea, repitiendo la misma batalla al día siguiente y al siguiente, así permanentemente.

Algunos de los miembros de la comunidad, quizás por sus diferencias, tienen la habilidad de incorporar nuevos acuerdos, se transforma en una maraña de creencias que pasan de grupo a grupo y de generación a generación, hasta el punto de que  algunas personas, tienen que dedicarse a conservarlas y transmitirlas. Este es el corazón con que llegó esta pequeña máscara que expone el sentido de los custodios.

Los primeros brujos modernos de los que tuve conciencia eran “los médicos de familia” parecía que tuvieran opinión sobre todo lo que concernía a la familia del paciente, “……y en verano se deben ir una semana en Alicante” cuando el medico entraba en el domicilio que solía ser una vez al mes, la casa se iluminaba de conocimiento de buenas razones y de mejores formas; recetaba poco y hablaba mucho hasta convertirse en un amigo de la familia que aconsejaba como convenía vivir. En realidad era un hechicero que cuidaba de la salud física, la mental y la salud social de sus pacientes. Todo ello se correspondía con en rasgo de respeto y devoción que la familia sentía por el sanador y que se concretaba en una buena cesta de coció cuando se iba al horno, una arroba de vino o un cuartillo de mistela y un presente de la matanza si la había.  

El siguiente brujo moderno que conocí era el maestro o la bruja maestra, que insistía a las madres sobre la higiene y la alimentación de sus hijos a su costumbre y gusto. Para algunas no convenía comer coliflor por lo indigesto que resultaba, llenando la clase de olores.  Para la de otro colegio, la coliflor era una verdura muy apetecible para que los niños se iniciaran a comer algo que no fuera carne. Las madres anotaban con tinta y secante los consejos de la maestra que a veces incluso coincidían con los del medico.
Después conocí a los curas, muchos de ellos visitaban a las vecinas e insistían en la confesión para liberar los corazones de sus angustias diarias, las pocas perras que tintineaban en los bolsillos, las tardes taberneras de los hombres y el frío permanente de las cocinas donde se ahorraba la leña y las bolas (un carbón ferroviario que salvo muchos inviernos).

 Después descubrí muchos más hasta que llego el momento en el que pensé que era un mundo de brujas y brujos, cada uno con sus adoraciones infernales. Ahora los brujos se nos cuelan en las casas y en las cabezas por los televisores, son de muchos tipos pero hay dos especialmente peligrosos en sus rituales y conjuros con el resto de los miembros de la tribu. Periodistas y políticos.

Por eso esta máscara de bruja funciona como amuleto contra ellos cuando se asoman a la ventana de plasma de mi domicilio, la ven al fondo de la estancia y comprenden enseguida que las almas de aquel espacio ya tienen su propio hechicero, esto no les cambia su actitud ante nosotros, pero aunque los vemos y los oímos a veces con mucha atención, estamos vacunados ante sus repertorios de indicaciones sobre nuestras vidas. De esta manera he descubierto que cada cual debe tener su propio brujo. Pon un brujo en tu casa que te ayude a condimentar los alimentos que cocinas y que te ayude a hacer los deberes de ciudadano moderno. Un brujo que conozca el mundo actual de tal manera que solo te indique que debes vivir cuidando la memoria colectiva como único método para no cometer los errores por los que ya hemos pagado  un precio muy alto el género humano. 

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