20120101

máscaras XII


El riesgo de cambiar de actividad en la vida de las personas y de las cosas es siempre grande, sobre todo cuando hay acontecimientos y entornos que lo propician. Pero no siempre es así, las tentaciones no dejan de ser otra cosa que otras oportunidades.
De un lado esta el capricho del hombre en pleno estado natural, de otro el compromiso del individuo que vive en común, responsabilizándose de algunos asuntos que le sean propios y exclusivos; es el juego que va inventando la inteligencia natural y la racionalidad que satisface al individuo.

En Australia, la otra realidad geográfica, se extiende a otras realidades en la concepción del mundo y especialmente del papel del ser humano. Esta máscara que hoy nos acompaña, es australina y trata de integrar en una sola visión el conjunto del mundo vegetal, animal y humano, formado parte de un solo ser. Australia es muy grande territorialmente el sexto país del mundo, demográficamente la pueblan unos veintidós millones de personas, esto significa que encontramos grandes superficies despobladas y grandes desiertos inexplorados. Auque para cualquiera de nosotros toda ella es una incógnita.

La población aborigen, que vive en Australia desde hace miles de años basa su conocimiento del mundo y de las relaciones del hombre con otros seres de manera distinta a la población moderna que vive en las grandes ciudades. Incluso la forma de vida americana de los últimos cincuenta años, nos haría difícil a golpe de vista encontrarnos con aborígenes fuera de ciertos movimientos de revaloración de sus orígenes. Pero esta máscara no nos lleva a esas reflexiones sino al simple relato que justifica sus formas y su hueco en nuestra colección.

Cuentan las historias sobre la aparición del mundo de los australianos, que: La Madre Serpiente descansaba durmiendo dentro de la Tierra no tenia mas interés que su existencia,  una de las veces que se despertó, reptó desde el interior de la Tierra hasta la  superficie que estaba entonces totalmente desierta. Su recorrido por la corteza exterior provocó la lluvia con sus movimientos y sus ruidos. Con el agua fueron apareciendo mares, lagos, fuentes y ríos. La Tierra se nutrió con la leche de sus pechos rebosantes, apareciendo a continuación una frondosa vegetación. En su camino por el exterior la Madre Serpiente, introdujo con frecuencia su nariz bajo la tierra para observar lo que ocurría en su interior, así fue levantando cadenas montañosas y abriendo profundos valles. Después de esta primera salida, La Madre Serpiente se adentro en la Tierra para despertar a los animales. Luego dice la leyenda, extrajo el ser humano.

La Madre Serpiente, enseño al hombre que debía velar por la armonía y el equilibrio entre los pobladores de la tierra. Los aborígenes australianos tratan de recordarlo continuamente y buena parte de sus actos tienen que ver con ello. Por ello nuestra máscara de hoy tiene en línea elementos de representación humana, animal y vegetal. Forma parte de una serie de elementos de enmáscaramiento, en los que el hombre no se oculta bajo una apariencia, sino que se integra en el universo, la función de esta máscara es especialmente como la del manto que arropa y une todo lo que hay por debajo de su forma.

Yo había oído la historia con mucha expectación. Recordaba como las lombrices de tierra de mi infancia se comportaban en las tierras recién llovidas del corral. Donde ya se hacían de natural, los lagos charcos y riachuelos del corral. Las lombrices que horadaban la tierra sacaban la cabeza por un agujero se estiraban por la tierra mojada con sus cuerpos anillados y volvían a clavar su boca levantando montones de tierra, hasta que encontraban un lugar propicio para volver a hundirse en el barro. A veces atravesaban algún hormiguero y hacían que salieran a la luz las hormigas y sus larvas.
No dejaba de pensar como los australianos podían pensar en un esquema de esa clase, pero después lo comprendí perfectamente, eran dos ideas básicas y interrelacionadas.

La primera es que la vida se produce por generación espontánea o por una causa ajena a toda voluntad. La segunda es que la cadena de la vida se debe al respeto y al equilibrio entre sus componentes, sin renunciar al papel supremo que debe jugar la especie humana.

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