20121028

Septimo Brindis

Séptimo brindis por el primer centenario de la calle Emilio Castelar.
Con esta séptima entrega doy fin a estos recuerdos y anécdotas, pensando que el tiempo que dedicamos al recuerdo, solo es positivo si en la misma medida se lo dedicamos al proyecto y la ilusión por el futuro. Este no va a ser el caso, ni la aventura en la que me embarque. Por lo tanto solo haré un epilogo de este recorrido como entrega en la que me preguntare varios enigmas sobre cual puede ser el futuro para esta “seña de identidad” de Alcazar y lo alcazareño que ha sido la calle Emilio Castelar. Pero ahora terminaremos esta parte dando algunas notas sobre el concepto de la calle como “Salón Social” de la población. Un lugar para el encuentro, la comunicación el retó y el ejercicio del poder en todos los sentidos. 






La calle se fue haciendo poco a poco, y especialmente en la década de los años veinte, en 1921, se introdujo el alcantarillado uno de los avances mas importantes junto al agua potable y la electricidad, y en 1922 se elimino el barro de la calle con el primer adoquinado, estábamos a punto de convertirla en algo especial, en un lugar de estancia, donde la gente no se pusiera perdida de barro o “de aguas”. En esta década se construyeron grandes edificios de regusto modernista, ya muy tardío, pero ejemplo del modernismo arquitectónico manchego. Este hermosear de la calle la convierte en salón de  fiestas y actos sociales, de manera espontánea. De hecho nada mas terminarse de adoquinar ese mismo año 1922, el público por propia iniciativa y buen consejo municipal, trasladó la celebración del tradicional carnaval alcazareño, de la plaza del Altozano, Alterones, Arroyo de la Mina y alrededores, a la recién adoquinada Castelar. Desde entonces la calle es el salón social de Alcázar y en ella han ocurrido todo tipo de fenómenos. Este fue el momento especial de nuestras celebraciones dicembrinas; pero al acabar estas fechas, en la costumbre del paseo dominical, el encuentro, el cortejo y el noviazgo fueron la actividad diaria  por excelencia de la calle en el momento del paseo, como cantaron los quintos en sus coplas.
De entre las fiestas y acontecimientos populares que se han celebrado, los carnavales sin duda son los más significativos. Desde la toma de la calle en los desfiles concentraciones, fiestas y paseos de mascaras, hasta el uso abarrotado de los locales de la calle para los bailes nocturnos, que pasaron del Casino a las discotecas y disco-bares de la zona. Unos bailes que durante el régimen franquista, también se disfrazaron, convirtiéndose en “fiestas tradicionales de navidad” se siguieron celebrando, más como bailes de disfraces, a cara descubierta, que como bailes de máscaras. 



Pero la calle a lo largo de su historia fue utilizada por otras manifestaciones festivas populares, y acontecimientos sociales especiales. Podemos señalar algunos como la bajada de la bandera de la Asociación de empleados ferroviarios al ayuntamiento, en 1922 que lleno la calle de gentes en jolgorio y alegría. La llegada a la población de Emelina Carreño como miss España en 1931, que se había declarado republicana, saliendo a recibirla, según las crónicas sobre 20.000 personas. Las visitas históricas de los grandes líderes nacionales y regionales desde Niceto Alcalá Zamora. Las cuestaciones y recaudaciones de fondos para causas de todo tipo. Las actividades del Festival de la Canción de Primavera ya en los sesenta. Manifestaciones populares y acontecimientos del movimiento obrero desde celebraciones históricas del 1º de mayo a manifestaciones históricas en la ciudad en relación con el cierre de MACOSA, disminución de trabajadores en RENFE, solicitud de una política sanitaria más amplia o la reivindicación vecinal del paso del AVE por la población. Otros usos estuvieron en relación con los desfiles musicales hacia el Teatro Crisfel de bandas y otras agrupaciones musicales. Los paseíllos de las cuadrillas de toreros y poco más.  



En el terreno más social, a diversas horas son corros de jubilados los que ocupan el espacio alternando el horario con las madres jóvenes que salen a pasear a sus hijos,  muchos se detienen ante el recuerdo a las mujeres maltratadas, que se simboliza hace poco más de una década, por una estatuilla de Alfredo Martínez. Y se detuvieron otras veces en el mismo rincón a saludar un laureado busto de José Antonio Primo de Rivera que ocupaba es espacio. O bien se paran  ante la histórica y legendaria ermita del cristo de Villajos. Hubo un momento no muy lejano en el tiempo, que la ermita estaba a las afueras de la población, y desde ella se divisaba la torre del ayuntamiento. En nuestro periodo, la ermita fue primero de una sola planta, luego con la instalación de la luz eléctrica de dos plantas, situándose sobre ella un transformador eléctrico. La ermita ha sufrido varias transformaciones y decoraciones interiores y exteriores. Entre sus señas mas importantes se encuentra, su situación geográfica, a mitad del recorrido de la calle, imprimiéndole un sentido religioso profundo. Muchos paseantes hacen la señal de la cruz al llegar a su altura y dejan su limosna, que a veces ha sido expoliada por el gamberrismo local de la chavalería con trucos e ingenios varios. La ermita de una sola planta cuadrada, alberga unos murales con escenas de la vida de Jesús de Nazaret del pintor alcazareño José Herreros, que causan la admiración de cuantos se acercan a ella.  En la verja de la ermita he visto a veces personas arrodilladas ante la cruz que guarda, si bien es verdad que la mayoría de las veces son visitantes, otras veces encontramos algunos vecinos. En las viejas noches de mayo, desde el bar de Federico se promovía la tertulia a su verja, la guitarra y el cántico de los mayos con un lebrillo de zurra tinta, en los tiempos modernos alguna rondalla local canta los mayos con devoción popular y con fervor. Junto a esta manifestación religiosa por excelencia de la calle, hubo en su cercanía momentos muy difíciles, cuando el nido de ametralladoras ocupaba la terraza de unos edificios colindantes calle arriba, evitando que la avioneta “Bernarda” ametrallara la zona, espacialmente cuando la vecindad corría a esconderse de los bombardeos en el refugio que se había construido en aquel ensanchuron del Cristo de Villajos. Por cierto en aquellos años aunque el pueblo llego a cambiar de nombre dejando de llamarse Alcazar de San Juan, para llamarse Alcazar de Cervantes, la calle siguió siendo en todo momento Emilio Castelar.
Por ella pasaron las procesiones de Semana Santa, las romerías de San Isidro desde que comenzaron en los años cincuenta, las procesiones de las patronas y otras manifestaciones religiosas que se han ido incorporando durante todo este tiempo. 



Si nos quisiéramos referir al repaso de la vida cultural de la calle, al margen de las opciones de los cines, esta el casino, que también ha jugado una baza de gran interés durante muchas décadas, hasta los setenta, con conciertos, conferencias o recitales en sus salas. En la calle propiamente dicha hemos visto conciertos y paradas musicales de todo tipo, algunas escenas de teatro callejero  propias de los años ochenta cuando el teatro de calle quiso estar presente en el núcleo mas importante de las ciudades según la tendencia francesa y alemana del momento. Ediciones de la Feria del Libro, teatro para niños, lecturas, recitales y animaciones culturales han salpicado la calle menos de lo que hubiera sido deseable, Junto a ellas algunos comercios de productos culturales se han aventurado a salir a la calle, dándoles a estos un papel mas activo. Pero antes de hablar de las estrategias comerciales de la calle, hay que recordar las manifestaciones espontáneas de viajeros impenitentes, que van de pueblo en pueblo cantando, haciendo música o circo. De estos tampoco han faltado en la calle, la compañía de titiriteros que nos visitan de vez en cuando para enseñarnos los progresos de la cabra que les acompaña. Los cantautores que con su guitarra que apoyados en las paredes cercanas a las tiendas de comestibles, llenan de boleros y canciones dulces los oídos de las clientas  buscando una buena propina. Quien sabe si entre estos, hizo turno alguna vez un gran violinista como en el metro neyorkino o algún poeta de acertado verso, entre los que escriben siempre el mismo poema sentados en un poyo cercano a una librería, ofreciéndolo por un módico precio, con dedicatoria y firma autógrafa.
En cuanto a las animaciones comerciales de la calle, al margen de los terribles años del estraperlo, que atraían a vecinos de todos sitios y pueblos cercanos a la llegada de determinados trenes. En los años cincuenta se incorpora la Cabalgata de Reyes Magos, que al estilo de las grandes ciudades, pasea por sus mejores salones comerciales a niños y familias, generando un estado de ilusión especial que impulsa a la compra. En esta misma línea de buscar momentos de impacto y animación comercial, los comerciantes de la calle han puesto en marcha en la última década, mercadillos y animaciones comerciales, como el concurso de El Millonario o el roscón de los RRMM.
No quisiera cerrar esta parte sin reconocer que la calle también tiene vecinos, muchos hombres y mujeres que aquí solo referenciamos colectivamente. De entre ellos  por destacados y desconocido, recordamos al doctor Román Alberca, el torero Laurentino Carrascosa o la escritora Luisa Alberca entre muchos. Por todos ellos, hagamos este último brindis por el pasado, en su honor y su recuerdo.  Ahora le corresponde el futuro.

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